
Cuando pienso en Martínez Ares, siempre lo asocio con un carnaval más puro, más carnaval, más sano, de más trabajo y menos oportunismo, de más corazón, de más Cádiz y menos matalascañas, de más claridad y menos reproches, de más rivales y menos fanáticos, de menos salsa rosas y más pasodobles, en definitiva, un carnaval mejor.
Tengo grabada los recuerdos de pequeño, con un walkman debajo de la almohada, pendiente de la actuación, del brujo, de la trinchera, del vapor, los piratas.. con una cinta TDK de 90 minutos preparada para grabar (aún andan por ahí guardadas), los nervios y la intriga de antes de la actuación, el secretismo del tipo, el misterio que encerraría cada nombre. El recuerdo de pasar luego la noche en vela escuchando la actuación una y otra vez para ser el primero de la clase en saberse el estribillo del año, y el recuerdo de pasar año tras año aprendiendo a ser buen segunda para salir algún año con EL genio.
Siempre he sido más de coros, por herencia y porque sigo viendo que es de las formas más desinteresadas que puede haber hoy día de hacer carnaval, pero esa ilusión siempre estuvo ahí. Es la única espinita que se me quedará clavada, no poder cantar un pasodoble con él, ni defender una letra suya, pero en (gran) parte me alegro, porque cada día estoy más convencido de que el carnaval que hemos creado entre todos no merece que Antonio vuelva.
De las burradas que oigo de vez en cuando, me quedo con la que dice que todo lo que es Martinez Ares se lo debe al carnaval. Bueno ¿Y el carnaval no le debe nada a Martinez Ares? Creo que no hay espacio suficiente en la plaza de Fragela para poner estrellas a su nombre. Vergüenza debía darle a la gente decir que debe algo, cuando sólo ha aportado genialidades, trabajo, y cariño con cada cosa que ha hecho.
En este carnaval de ensañamiento gratuíto, donde la gente anuncia sus fichajes en el muro de Facebook sin pararse a pensar en la vergüenza ajena que provocan, como si fuesen a sacarlos en la portada del Marca, donde la paciencia brilla por su ausencia y donde la expectación nunca alcanza las expectativas que los protagonistas van marcando con ruedas de prensa ridículas y vergonzosas. Donde sigue habiendo intereses, amiguísimo, chanchullos, mafioseo, y donde más que un carnaval es un Sálvame Delux 365 días al año. En un carnaval así, ni me imagino ni quiero imaginarme a Antonio.
Por eso, al contrario de lo que leo a diario, yo voy a pedirte que no vuelvas, Antonio, que yo, mientras te siga viendo con una guitarra en las manos, tengo bastante.
Ea, a la de tres... ;)
Fran Reyes
@FranReyes84
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